/* PERSONALIZACION DE LUIS

19/12/10

Más potente


Eran mis primeros años de mi carrera como consultor, allá por los principios/mediados de los 90's. Eran tiempos de crisis también y para un recién licenciado tener un puesto de trabajo bien remunerado era un privilegio aunque no trabajaras de "lo tuyo" como era mi caso (soy, o mejor fui, telecos de formación). Con el tiempo se te van esos prejuicios de qué es lo tuyo y qué no lo es, pero ese es otro tema.

A lo que íbamos. Estaba yo sepultado en un proyecto particularmente triste (no se me ocurre otra palabra mejor para describirlo) y tras varios meses de arrastrarme por la tristeza, supongo que el gerente de mi proyecto (mi jefe, temporal, pero directo) debió notar que yo no estaba muy alegre.
Para animarme se acercó a mi cubículo y poniéndo una mano en mi hombro, tuvimos una conversación, que sintetizada, fué más o menos por aquí:
Jefe: No te veo muy contento últimamente.

Yo: Bueno, sí, es que lo que estoy haciendo se ha convertido en algo rutinario y me cuesta mantener la tensión (en realidad estaba pensando vaya mierda de proyecto que me ha tocado desde el principio pero cualquiera lo decía)

Jefe: Pues he pensado que para que estés más a gusto te pondremos un PC más potente, con más memoria, más procesador, más bla bla bla... siguió él pero yo ya había desconectado, mi mente nublada por la estupefacción

Yo: ¡Ah!, pues bueno, gracias... sí, supongo que irá bien, claro... acerté a decir balbuceante. Estaba bloqueado, no sabía que decir...
Cuando mi gerente se fue, el cachondeo de mis compañeros, testigos de la píldora de motivación, fue generalizado. ¡No había entendido NADA el tío!

Viene a cuento la batallita de consultor (un subgénero literario por explotar por cierto) porque estoy a quince días del arranque (que en la jerga del gremio es la puesta en marcha) de un proyecto de implantación de un sistema de información y el equipo del mismo atraviesa por una etapa dura. Va a hacer falta una gran motivación y concentración para que el tema salga.

Se ha trabajado mucho, las personas del cliente están muy cansadas, el implantador ya se ha dado cuenta de que se ha pillado los dedos, se están quedando cosas para más adelante, ... ingredientes todos para que nos la peguemos en unos meses. Pero las tareas del proyecto están claras, todo el mundo sabe lo que tiene que hacer en fecha y forma. Es una cuestión de que el equipo aguante el sprint final y no se derrumbe o se salga de calle (siguiendo con el símil atlético).

Y es en estas situaciones donde un Gestor de Proyectos tiene que dar la talla para enderezar lo que se pueda torcer. No estoy pensando en grandes actuaciones sino en pequeños toques en los puntos justos para no desestabilizar un equilibrio precario... como los que se hacen en un castillo de naipes para acabar de apuntalarlo cuando lo ves a punto de caerse: sensibilidad a detalles que puedan revelar problemas o distracciones, parar conflictos a tiempo, anticipar roces, tener y activar si hace falta el plan B, priorizar, ... es una labor de trinchera con machete en la boca y donde los diagramas de Gantt, las matrices de riesgo, los tableros Kanban... y artilugios similares poco ayudan ya.

Al menos ya sé lo que NO hay que hacer para motivar