Éste es el primer post de una serie que preveo que será larga ya que es un tema al que le vengo dando vueltas de forma recurrente desde hace ya mucho tiempo.
Me pasé más de 11 años trabajando en una consultora de esas que llaman big5. Durante esos años siempre era tema de debate entre nosotros si era preferible trabajar en una empresa de consultoría (servicios entregados por proyectos) o una empresa final (en general no orientada a proyectos sino al día a día).
Yo he dado el salto (de consultoría a empresa final) y no puedo decir que está siendo gratificante. Para empezar eres el manirroto de la familia (sólo haces que gastar), después está el tema de que es difícil hacerte entender. A eso hay que añadir el escaso valor que se le da a IT en la mayoría de las empresas - el IT doesn't matter ya lo tienen claro en muchos sitios sin que se lo tengan que decir desde Harvard - (esto último ya lo sabía de mi época consultora).
En un caso como el mío es particularmente doloroso ya que de traer yo el dinero a casa (como gerente, esa siempre vilipendiada, solitaria e incomprendida categoría, vendía proyectos) he pasado a parecer que lo despilfarro (soy un centro de coste con un presupuesto a gastar).
Total que al final he pillado lo que yo llamo el síndrome del electricista (con todos mis respetos para tan honorables profesionales ... bueno no todos): sólo se acuerdan de mí cuando se va la luz.
2 comentarios:
Eso me recuerda algo que oí una vez que nos pasó a los Trabajadores (en general) que un día nos acostamos siendo una inversión y por la mañana nos levantamos siendo un coste.
... pues voy a ser un coste por poco tiempo porque me voy antes de final de año... y seré una inversión a donde voy porque voy con mucha motivación.
Por cierto: es muy original la parábola de los canteros
Publicar un comentario