El primero es de aquellos que son como una patada fuerte en el culo, de los que te despiertan y te hacen tomar conciencia de lo que es importante en la vida y, por contraste, lo que no lo es.
Se llama El hombre en busca de sentido y está escrito por Viktor Frankl. Es un alegato firme y duro a favor de la responsabilidad de cada individuo en su propia vida, pese a cualquier tipo de adversidades que tenga que sobrellevar.
El autor es (fue) un reputado psicólogo, creador de una tendencia o escuela en la disciplina de psicoterapia llamada logoterapia (o también análisis existencial), y está escrito partiendo de la experiencia personal del autor como interno en un campo de concentración nazi (Frankl era judío) pero narrado desde un punto de vista de científico observador de la conducta humana cuando la persona está sometida a situaciones extremas de sufrimiento e indignidad.
Su tesis central es que la actitud individual, plasmada en forma de la fuerza interior que uno pueda sacar aún en los peores momentos, es el factor determinante para superarlos y, en casos reales como los que describe, incluso sobrevivir a situaciones límite. Los que no tenían ese impulso, originado en la propia voluntad de salir adelante, perecían irremisiblemente, incluso estando en mejores condiciones físicas que otros que sí lo tenían.
Algo relacionado le dice Sancho Panza a Don Quijote en su lecho de muerte: No se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin nadie que le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía.
Me quedo con una frase del libro:
Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas - la elección de la actitud personal que debe adoptar frente el destino - para decidir su propio camino.
Salvando las distancias enormes que hay, no puedo sino encontrar un paralelismo con esa actitud necesaria para buscar la independencia laboral, huyendo de derrotismos y conformismos.
Su tesis central es que la actitud individual, plasmada en forma de la fuerza interior que uno pueda sacar aún en los peores momentos, es el factor determinante para superarlos y, en casos reales como los que describe, incluso sobrevivir a situaciones límite. Los que no tenían ese impulso, originado en la propia voluntad de salir adelante, perecían irremisiblemente, incluso estando en mejores condiciones físicas que otros que sí lo tenían.
Algo relacionado le dice Sancho Panza a Don Quijote en su lecho de muerte: No se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin nadie que le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía.
Me quedo con una frase del libro:
Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas - la elección de la actitud personal que debe adoptar frente el destino - para decidir su propio camino.
Salvando las distancias enormes que hay, no puedo sino encontrar un paralelismo con esa actitud necesaria para buscar la independencia laboral, huyendo de derrotismos y conformismos.
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El segundo libro es El tio Petros y la conjetura de Goldbach, de Apostolos Doxiadis.
El tiempo presente transcurre durante la dictadura de los coroneles en Grecia (1967 a 1974) y narra la historia, recuperada por su sobrino, de el tío Petros, un matemático ya jubilado, niño prodigio y que trabajó en su juventud con gigantes de la matemática de la talla de G.H. Hardy , Littlewood y Ramanujan.
La historia gira alrededor del fracaso del tío Petros en la demostración de la conjetura de Goldbach (cualquier número par mayor de dos se puede conseguir como la suma de dos números primos) y yo la interpreto como una apología del esfuerzo para conseguir los objetivos vitales de cada uno aunque acaben siendo inalcanzables. Es desgarrador el trozo en el que el tío Petros conoce (por boca del propio Gödel y su teorema de incomplitud) que podría haber estado trabajando toda su vida en algo imposible.
Mis conocimientos de matemáticas son (fueron más bien) medios - los que se obtienen de cursar una ingenieria de telecomunicaciones - pero aún recuerdo algo parecido a placer o gozo interior, cuando alguna vez, enfrascado en demostraciones y teoremas en primero y segundo de carrera, llegué a vislumbrar fugazmente ese orden supremo y belleza que hay en las Matemáticas.
Me quedo con una frase del libro:
El éxito en la vida se mide con la vara de los objetivos que te has fijado
Ni que decir tengo que recomiendo ambos libros encarecidamente.
Por cierto ... ¡Feliz 2007!