He llevado una vida desdentada, pensó. Una vida desdentada. Nunca he mordido nada de verdad, me ha pasado la vida esperando, reservándome para más adelante, y ahora acabo de darme cuenta de que ya no tengo dientes.
Un niño, una conciencia más, una lucecita enloquecida revoloteando en círculo que chocaría con las paredes y no podría escapar.
¿Mi libertad? Me pesa demasiado, hace ya muchos años que soy libre para nada. Me muero de ganas de cambiarla por una certidumbre.
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